EL ÚLTIMO SIGLO DE JAPÓN

JAPÓN,  UN GIGANTE TECNOLÓGICO A PUNTO DE DESPERTAR

 Hace unos meses creé un trabajo para la carrera sobre la evolución de los distintos países de una zona concreta del mundo. El trabajo trataba de realizar un informe económico sobre estos, un estudio de sus diversos aspectos desde 1950 hasta 2018-2019, analizando el comportamiento que muestran.

La zona concreta era el sur de Asia y Oceanía, y mis países a trabajar eran Australia, Nueva Zelanda, China, India, Corea del Norte y Japón. Pero ahora he decidido hacer una breve entrada sobre los últimos 100 años a nivel económico en general de uno de estos países, y he escogido Japón. 


créditos de imagen aquí


Mientras se llevaba a cabo la Gran Guerra, el país del tema aprovechaba para impulsar un crecimiento económico. Japón siempre ha sido, y sobre todo en el siglo XX, un país rico en materias primas, con muy buenas condiciones climatológicas y con bastantes recursos. En 1920, tan solo la minería y la manufactura abarcaron el 25% del PIB del país, y otro 20%, la agricultura. Es decir,  solo entre la agricultura, la minería y la manufactura se situaba el 45% del PIB de Japón. (información inspirada de aquí)

En 1930, a pesar de que la crisis de posguerra y la Gran Depresión de 1929 azotaron a gran parte del  planeta, Japón apenas fue afectada. De hecho, el país siguió gozando de un crecimiento industrial, pero enfocado al ejército. El crecimiento de la potencia asiática siguió creciendo exponencialmente. Era como si estuviesen descubriendo un nuevo mundo. La producción de acero se disparó, llegando a 8.800.000 toneladas. Entre esto y los numerosos avances tecnológicos, las industrias aeronáuticas fueron capaces de fabricar alrededor de 10.000 aviones por año. 


Esta situación tan beneficiosa se mantuvo hasta 1941, cuando Japón cometió el grave error de introducirse en la 2ª Guerra Mundial al bombardear Pearl Harbor. Durante la Guerra del Pacífico, la economía japonesa sufrió una inflación desenfrenada. La producción de las industrias fue destinada a satisfacer las necesidades del ejército. Japón obtenía buena parte de sus beneficios anuales en el comercio exterior y las exportaciones, pero sus negocios más importantes se daban en países occidentales, justo donde se situaba el centro de la guerra. La necesidad de productos abundantes, las bajadas constantes de precio y las prisas desembocaron en la creación de productos ineficientes, lo cual acabó siendo una causa de inferioridad de las tropas japonesas. Además, la flota japonesa se vio reducida frente a los frecuentes ataques estadounidenses. El fin de la guerra trajo consigo una crisis debido a la devaluación de la moneda, la inflación y la escasez de recursos.

Tras la guerra, Japón perdió aproximadamente el 40% de sus plantas industriales. Pero el país no se dio por vencido, levantando nuevas plantas que contaban con maquinaria nueva, más moderna y más eficiente. Además, la mano de obra aumentó con el alistamiento de millares de exsoldados. En general, Japón perdió gran parte de sus colonias, pero esto no era más que una oportunidad para comenzar a negociar y expandir su comercio internacional por toda Asia. Se realizaron grandes inversiones en el industrias energéticas, petróleo y productos químicos con el fin de modernizar el país y cumplir con la deuda alcanzada después de la 2ª Guerra Mundial.

Para 1965, el sector de la manufactura y la minería abarcaron juntos el 45% del PIB, sumando un 21% de la agricultura. El país volvía a florecer. A partir de 1970, la industria electrónica y del automóvil comenzaron a tener mucha más importancia, por lo que el 8% de los beneficios anuales se dedicaron a mejorar sus avances tecnológicos. También Japón invirtió en la educación, perfeccionando el nivel educativo y reduciendo la tasa de alfabetización considerablemente. Esto otorgó una perfecta oportunidad para lograr una economía más avanzada. 

A pesar de la rápida recuperación japonesa, Japón tuvo que volver a enfrentarse a la inflación tras una repentina escasez de petróleo. La recuperación que siguió a la primera crisis del petróleo reavivó el optimismo de la mayoría de los líderes empresariales, pero el mantenimiento del crecimiento industrial frente a los altos costos de energía requería cambios en la estructura industrial. Los avances en microcircuitos y semiconductores a finales de 1970 y 1980 condujeron a un nuevo crecimiento en las industrias electrónica y computadoras con una mayor productividad en industrias preestablecidas. Sin embargo, los cambios estructurales no pudieron comprobar la desaceleración del crecimiento económico a medida que la economía crecía a finales de estas dos décadas, alcanzando tasas de crecimiento anuales de solo un 4-6%. Por ejemplo, la tasa de crecimiento de Japón fue del 5% a finales de los años ochenta, y fue muy superior a la tasa de 3,8% de los Estados Unidos, es decir Japón se proclamó mejor económicamente. Japón experimentó un crecimiento más lento a mediados de 1980, pero su auge económico sostenido por la demanda a finales de esta década permitió recuperarse a muchas industrias con problemas financieros.

En la década de 1980, Japón enfocaría su núcleo económico en el sector de las telecomunicaciones, el informático y el de la transformación. Las actividades del sector primario y secundario se dejaron un poco más de lado. 


Comentarios

Entradas populares